Sanidad del alma
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Todos sin excepción hemos tenido alguna alteración o
anormalidad en el alma. Muchos retienen
recuerdos dolorosos del pasado. Necesitamos una
Restauración interna, y Cristo como médico divino ofrece sanidad.
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Malos tratos en la niñez: (Y sus discípulos le
preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera
ciego? San Juan. 9:2).
Hay quienes fueron objeto de malos tratos (insultos,
maldiciones, golpes, inclusive abuso físico), provocando heridas en el alma y
que son llevadas a la vida adulta, afectando su relación con los demás. Hay
quienes tienen temor a tomar responsabilidades, pues recibieron una ministración
de inutilidad. Los hogares destruidos por divorcios, vicios, ausencia de alguno
de los padres; constituyen ocasión muchas veces de deformaciones en el alma.
Jefte, por ejemplo, era un hombre de guerra y esforzado;
Jefte estaba lleno de prejuicios, porque su pasado había sido difícil. Era hijo
de una ramera, su padre había sido cruel y duro con el (Galaad, significa:
rocoso, duro). Tuvo una madre suplente, sus hermanos lo despreciaron; se juntó
con hombres ociosos. Todo La Ministración del alma esto le afectó, de tal
manera que cuando le visitaron los ancianos de Israel él les respondió, ¿no me
aborrecisteis vosotros y me echasteis de la casa de mi padre? Su alma había
sido dañada pero fue sanada y finalmente gobernó a Israel.
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Una vida descarriada: (Yo dije: Oh SEÑOR, ten
piedad de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado. Salmos. 41:4).
Al no tener el Señorío de Cristo sobre nuestra vida
o conociéndole y alejándonos de su pastoreo, fuimos esclavos del pecado,
Nuestro único interés era satisfacer los deseos del alma. Las obras de la carne
son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría,
hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones,
sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las
cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21) describe una serie de
obras que viciaron nuestra alma, estas desviaciones que pueden ser heredadas de
nuestros antepasados, Inclusive, son efecto de una Insatisfacción del alma.
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Problemas y fracasos:
Otra de las causas de las deformaciones del alma son
los hechos o circunstancias que vivimos. Para algunos la pérdida de un ser
querido, la quiebra de una empresa, el despido del trabajo, etc., puede causar
tal depresión o ansiedad, que puede llevar a la persona, en casos extremos
hasta La Ministración del alma el suicidio. Job y David sufrieron depresiones,
habiendo recibido el auxilio del Señor.
Nuestro
enemigo espiritual está empeñado en robarnos las bendiciones e
impedirnos una vida plena.
Como sanar el alma
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Debemos reconocer que la sanidad es un proceso y que
se obtiene acercándose a Jesucristo, renunciando a continuar con ese malestar y
cambiando de actitud (renovación)
Jesús en su ministerio terrenal ofreció verdadero
descanso para nuestras almas (Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados,
y yo os haré descansar. Mt. 11:28, Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras
almas. Mt. 29), pero El mismo constituyó hombres para que pudieran asistirnos
de parte suya (a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo Ef. 4:12). Los siervos llamados a
ministrar pueden ser hombres y mujeres, quienes deben tener revelación de Dios
para actuar cuando no se conoce con exactitud el área afectada.
Para recibir la sanidad del alma debemos saber;
1.
Reconocer nuestras heridas, donde hemos sido marcados
2.
Aceptar que solo Cristo puede darnos la sanidad que los médicos no
pueden dar.
3.
Abrir nuestro corazón y estar dispuestos a renunciar al pasado
4.
Decidir perdonar a todo aquel que nos hirió.
5.
Llenarnos del amor de Dios y transmitirle a los demás lo que hemos
recibido.
6.
Satanás tiene preparada una estrategia contra toda persona para
dominar, controlar y destruir su vida en las dimensiones física y espiritual
(Juan 10:1; 10:10 a)
7.
El pecado abre las puertas a la opresión y la influencia demoníaca.
8.
Hay áreas de nuestra vida en las que Satanás establece ataduras para
traer dominio, control y destrucción.
Dios nos dio la facultad de decidir ser libres de
las cosas que nos oprimen, solo con aceptar el regalo que nos dio a través de
su hijo Jesucristo, reconociendo que dio su vida en la cruz para perdón de
nuestros pecados, que nos redime y nos sana todas las heridas que nos hayan
podido hacer.
Dios espera que nos levantemos en victoria, la que
ganó Cristo para nosotros. Dios quiere que seamos libres del yugo del diablo,
nos levantemos triunfantes y poseamos lo mejor de la tierra; que nos movamos en
dirección a una vida plena.
Nuestro enemigo espiritual ha morado por años en la
mente, logrando control sobre varias áreas vitales.
1.
Es necesario recobrar el dominio de la mente.
2.
El cristiano está llamado a renovar la mente como paso esencial para
crecer en todas las áreas (Romanos 12:2; Tito 3:4, 5)
Conclusión:
Fuimos concebidos por Dios para disfrutar la
libertad que Él nos ofrece. Su propósito eterno es que disfrutemos sanidad
física y emocional. Que no permitamos atadura de ninguna clase. Quien se
aprovecha de las puertas que le abrimos en la mente, es nuestro Adversario
Satanás. Él no desaprovecha oportunidad. Procura gobernar los procesos de
pensamiento, incluso el subconsciente, para traernos a la derrota, la sensación
de no ser salvos y no haber recibido perdón de Dios. Cuando reconocemos que esa
no es la voluntad de Dios para nosotros y le permitimos a Jesucristo que obre
en nuestro ser, toda atadura se rompe y llegamos a ser verdaderamente libres.
¡Hoy es el día para que disfrute esa libertad que nos ofrece el Salvador,
Jesucristo.